Eclesiastés-1

(Reina Valera 1995)

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  • 1 Palabras del Predicador, hijo de David, rey en Jerusalén.
  • 2 «Vanidad de vanidades —dijo el Predicador—; vanidad de vanidades, todo es vanidad.»
  • 3 ¿Qué provecho obtiene el hombre de todo el trabajo con que se afana debajo del sol?
  • 4 Generación va y generación viene, pero la tierra siempre permanece.
  • 5 Sale el sol y se pone el sol, y se apresura a volver al lugar de donde se levanta.
  • 6 El viento sopla hacia el sur, luego gira hacia el norte; y girando sin cesar, de nuevo vuelve el viento a sus giros.
  • 7 Todos los ríos van al mar, pero el mar no se llena. Al lugar de donde los ríos vinieron, allí vuelven para correr de nuevo.
  • 8 Todas las cosas son fatigosas, más de lo que el hombre puede expresar. Nunca se sacia el ojo de ver ni el oído de oír.
  • 9 ¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará, pues nada hay nuevo debajo del sol.
  • 10 ¿Acaso hay algo de que se pueda decir: «He aquí esto es nuevo»? Ya aconteció en los siglos que nos han precedido.
  • 11 No queda memoria de lo que precedió, ni tampoco de lo que ha de suceder quedará memoria en los que vengan después.
  • 12 Yo, el Predicador, fui rey sobre Israel en Jerusalén.
  • 13 Me entregué de corazón a inquirir y a buscar con sabiduría sobre todo lo que se hace debajo del cielo; este penoso trabajo dio Dios a los hijos de los hombres para que se ocupen en él.
  • 14 Miré todas las obras que se hacen debajo del sol, y vi que todo ello es vanidad y aflicción de espíritu.
  • 15 Lo torcido no se puede enderezar, y con lo incompleto no puede contarse.
  • 16 Hablé yo en mi corazón, diciendo: «He aquí, yo me he engrandecido, y he crecido en sabiduría más que todos mis predecesores en Jerusalén, y mi corazón ha percibido mucha sabiduría y ciencia.»
  • 17 De corazón me dediqué a conocer la sabiduría, y también a entender las locuras y los desvaríos. Y supe que aun esto era aflicción de espíritu,
  • 18 pues en la mucha sabiduría hay mucho sufrimiento; y quien añade ciencia, añade dolor.
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