1 ¿Por qué se sublevan las naciones, y en vano conspiran los pueblos?2 Los reyes de la tierra se rebelan; los gobernantes se confabulan contra el SEÑOR y contra su ungido.3 Y dicen: «Hagamos pedazos sus cadenas! Librémonos de su yugo!»4 El rey de los cielos se ríe; el SEÑOR se burla de ellos.5 En su enojo los reprende, en su furor los intimida y dice:6 «He establecido a mi rey sobre Sión, mi santo monte.»7 Yo proclamaré el decreto del SEÑOR: «Tú eres mi hijo», me ha dicho; «hoy mismo te he engendrado.8 Pídeme, y como herencia te entregaré las naciones; tuyos serán los confines de la tierra!9 Las gobernarás con puño de hierro; las harás pedazos como a vasijas de barro.»10 Ustedes, los reyes, sean prudentes; déjense enseñar, gobernantes de la tierra.11 Sirvan al SEÑOR con temor; con temblor ríndanle alabanza.12 Bésenle los pies, no sea que se enoje y sean ustedes destruidos en el camino, pues su ira se inflama de repente. Dichosos los que en él buscan refugio!